Cuando a uno le pasa algo malo se da cuenta de las cosas buenas que había allí. Reflexiona, piensa y reconoce. Cuando llegué a este país nuevo a vivir un año de mi vida acá lo decidí hacer con un compañero, un auto. Al principio nos peleabamos, no había mucho feeling diría yo. Desde que tengo la libreta no había manejado casi nada y menos tenia auto propio. Venir a este país me dio la oportunidad de muchas cosas y una fue esta.
Cada vez que me sentía sola, solo agarraba el auto me ponía música y me iba a hacer ruta. Conducir por carretera, autopista o lo que sea (porque aún no entiendo las diferencias) me daba placer, me hacía sentir de una forma diferente. Liberaba muchas cosas de mi. Lloré, reí, canté, tantas cosas en el auto. La liberación de ir a 120 por una autopista, sentir que tenés el control de «algo» en tu vida.
En mi siempre sentí una atracción por conducir, hasta pensé en ser piloto. Pero bueno, sabemos que a veces, por diferentes razones, no podemos tener lo que tenemos. Pero si es para nosotros, tiene que llegar. Y llegó bien. Tener un coche en un lugar donde me siento segura porque las carreteras están muy bien. Eso si, en ciudad pfff odio manejar jajaja Dejame en 5 y no me hagas poner cambios por me estreso.
Pero me fui amigando, con la velocidad, con las curvas, con las personas que me pasan, ah, y el clima jajaja que pasé de todo. Vientos fuertes que perdía el control, lluvias que no veía nada de nada, un sol que me hacía sudar todo el cuerpo, un frío que no sabía prender la calefacción jajaja pero de a poco fui controlando todo.
Y a todo esto, mi querido amigo dió una falla y ahora está en el doctor.
¡Volvé pronto! Necesito descargarme con algooooooooooooooooo
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